En Año Nuevo le pedí a Dios, que en el 2020 me diera lo que necesito y no lo que pido… Yo era un torbellino, que no paraba todo el día. Tristemente pensaba que si apenas tenía ni tiempo para mi, como lo tendría todavía para Dios.

Al final estaba haciendo cosas para Él, para Su Reino, ayudando a gente pobre, perros de la calle, etc..

Pero un día Dios detuvo el mundo y ahí encerrada en mi cuarto, me preguntó: ¿Ya tienes tiempo para mí?

Empecé cada mañana a buscarlo, y se volvió mi prioridad.  Primero me mostró todo Su amor, con pequeños detalles de la vida. En los momentos difíciles, me hizo sentir que no estaba sola, que Su presencia estaba ahí. Lo invité a ser parte de mi familia, que se sintiera en su casa y que me acompañara todos los días.

Cuando creció mi relación con Dios y creció mi confianza, me mostró todas las cosas que quería que perdonara y que viera de mi misma. Le pedí perdón y que me cambiara, como dijo el Pastor: Le pedí al Señor, que tocará mi vida.

Hoy sigo trabajando con Dios y Él sigue restaurando mi vida, pero no lo hago sola porque se que Él está conmigo y soy la persona más feliz a Su lado. Nada compara al tiempo que paso con Él. Veo lo frágil que soy y la dependencia que tengo en el Señor. Él es el manantial que me refresca cada mañana, siento Su amor y compañía.

Te amo Jesús y doy gracias por este tiempo maravilloso a tu lado.

 

Ministerio de Redes y Contenido