Hoy más que nunca, en medio del encierro y con tanta necesidad en el mundo, le pido a Dios que nos recuerde cada mañana, ese gran acto de amor que hizo Su Hijo al ir a la cruz por nosotros.

El amor “ágape”, el amor de Dios, es incondicional y sólo tiene en cuenta el bien del ser amado. Ese amor que habla en la Palabra de Dios en 1 Corintios 13:4-8, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Jesús dijo este es mi mandamiento: Ámense unos a otros, de la misma manera en que yo los he amado.

Le pido a Dios, que nos llene y nos recuerde de Su amor, para que seamos sensibles y misericordiosos a las necesidades de este tiempo, y podamos ser embajadores del amor inagotable a todas las personas que nos necesitan y que están a nuestro alrededor.

Gracias Dios por este tiempo a tu lado.

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